En una época en la que la gente da prioridad al trabajo y al tiempo de calidad con los miembros de la familia, la comida ya preparada suele ser una solución, que permite ahorrar tiempo y esfuerzo en la compra y la preparación de las comidas. Estas necesidades solían cubrirse en restaurantes y cafeterías, pero últimamente los supermercados intentan convencer a los clientes de que visiten sus tiendas para comer o cenar, y no sólo para hacer la compra.
Hace unas décadas, Xavier Sardá compartía programa de televisión con los gallifantes, que se llamaban así porque eran mitad gallina y mitad elefante. Esta fusión del comercio minorista de alimentos y el servicio de comidas dio lugar a una nueva tendencia en el mercado alimentario: el grocerant. En cuanto a la creación léxica mercaurante, no es un cruce exclusivo del español. En catalán tienen su versión: «Els mercaurants ja són aquí». Y la inglesa es el ya mencionado grocerant, combinación de grocery (tienda de comestibles) y restaurant. En Estados Unidos lo emplean desde hace al menos tres años, cuando el fenómeno se disparó.
El grocerant es un concepto que define un negocio híbrido que incluye tanto tiendas de comestibles como restaurantes. El grocerant es un lugar en el que, con una sola compra, los clientes pueden adquirir los alimentos necesarios y comer. A menudo, estos negocios proponen una gran variedad de comestibles y alimentos listos para comer en un entorno acogedor, que difiere en diseño y ambiente, de un simple supermercado.
Podríamos decir que el servicio más beneficioso que ofrecen los grocerants es la comida lista para consumir. En muchos casos, los ultramarinos también ofrecen mesas para comer, lo que los asemeja más a una cafetería. Sin embargo, los ultramarinos son principalmente negocios basados en productos diseñados para ayudar a la gente a ahorrar tiempo. A través de una única compra, pueden obtener una comida cocinada y los alimentos necesarios para llevar a casa. Los grocerants atraen a los clientes gracias a una gran variedad de alimentos frescos y de larga duración con precios asequibles en un entorno relajado.
El cliente ha cambiado; una razón más que probable para que el modelo híbrido del mercaurante o grocerant triunfe. Nuestra vida, nuestros hábitos y nosotros mismos hemos cambiado. El cliente millenial o los de las generaciones de las últimas letras del abecedario probablemente no saben o no tienen tiempo para cocinar. Y probablemente, tampoco gocen de poder adquisitivo para comer todos los días fuera. Podemos pensar que eso también les ocurría a los que ahora tienen 35-45 años, pero entonces recurrían más a los fast food o a los restaurantes tradicionales. El cambio de hábitos radica tanto en el poder adquisitivo (ahora se comienza a trabajar a edades más tardías) como en la concienciación por llevar una alimentación saludable. El grocerant o mercaurante ha sabido adaptarse a esas nuevas necesidades plantando cara a ambos fast foods y restaurantes tradicionales.
Dentro de este nicho tienen cabida iniciativas humildes que benefician a los negocios de restauración de menor entidad. Los productos que cuajan entre los consumidores se quedan y aquellos que no lo hacen son sustituidos por otros, de forma que se tiene un bucle continuo en el que los platos preparados con más demanda son los que permanecen en los estantes de los mercados.
Si echamos la vista atrás vemos como IKEA lleva muchos años vendiendo casi tantos muebles a piezas como albóndigas con puré de patatas y perritos calientes. Quizás fue el primero en cambiar el paradigma del retail junto a Giorgio Armani que tenía un restaurante Nobu en su tienda de Milán. O los supermercados de la cadena Marks & Spencer pusieron en valor su marca para ofrecer platos preparados por restaurantes locales en su área de influencia.
En la actualidad Esclat, Bon Preu, Lidl, Carrefour, Dia, Caprabo o Casa Ametller también tienen su propia versión.
Estos movimientos en el retail alimentario dan cuenta de cómo el sector es cada vez más consciente de la importancia ganar cuota de ‘estómago’. Ya no se trata solo de llenar los lineales de productos sino de, cada vez más, dar de comer al shopper. 47% de los consumidores ya ha experimentado lo que es degustar los productos que uno mismo elige un momento antes en el escaparate o bien platos que ya están listos para comer elaborados con alimentos del propio mercado. El 80% de quienes ya han estado en un mercaurante prevé repetir de manera ocasional o bien aumentar sus visitas. Y es que el 56% de los sondeados prefiere consumir productos listos para comer, mientras que el 59% se escuda en que su día a día como «muy ajetreado» y agradece cualquier servicio que reduzca el tiempo ante la mesa.